La terapia como un viaje

la terapia es un viaje donde aprendes a gestionar tus emociones para ocuparte de lo que realmente has venido a hacer en la vida, disfrutar de ella.
terapia como viaje

Lao Tse afirmaba: «Cada camino de mil millas inicia con un primer paso«. 

Reflexionaba sobre cómo todos emprendemos un viaje desde nuestro nacimiento hasta nuestra muerte. Venía a decir que nuestra vida no la elegimos, pero sí tenemos el derecho y obligación de vivirla de la mejor manera posible y brindar significado a cada paso, que es lo que hace dar significado a nuestra vida. 

Quiero enfocarme hoy en el bienestar psicológico. La OMS define la salud como «un estado completo de bienestar físico, psicológico y social, y no solo ausencia de enfermedad».  

¿Qué es el bienestar ?

 El bienestar no es sólo la salud física, sino que también hay que tener en cuenta el bienestar emocional. Por tanto, es vital atender la parte emocional y relacional de la persona. La mente y cuerpo no pueden separarse, por ello debemos gestionarlos para que influyan positivamente uno en el otro. 

Emociones vividas o sufridas

Una de las cosas que nos recuerda que somos uno son las sensaciones que nos llegan al cuerpo, las cuales son fundamentales, porque en caso de no gestionarlas bien se pueden convertir en verdaderas trampas en las que es fácil bloquearse.

Miedo, dolor, rabia y placer

Las emociones como el miedo, la rabia, el dolor y el placer son cruciales, pero debemos manejarlas bien para que no nos transformen en marionetas rotas.

El miedo es una emoción que pone límites, en ciertas ocasiones nos salva la vida, pero puede volverse tan incapacitante cuando el miedo no nos permite salir de nuestra propia casa. 

La rabia es una emoción que experimentamos cuando las cosas no nos salen como debieran, nos hace levantarnos cada mañana con el fin de hacer mejor las cosas, pero en demasía nos puede hacer perder el control.

El dolor es una emoción básica que afrontada nos ayuda a reorganizar nuestra vida, porque cuando duele paramos; aumenta nuestra resiliencia y nuestra capacidad de afrontar problemas, pero cuando la evitamos el dolor nos sublima y no podemos ver más allá.

El placer nos puede parecer una emoción positiva, pero llevado al exceso es muy difícil extinguir una conducta basada en el placer, que en vez de ser algo agradable se vuelve una compulsión.

Como dijo Oscar Wilde: «Se puede resistir a todo, menos a las tentaciones». 

La terapia como camino

El camino tiene riesgos, cambios y caídas, pero debemos tener confianza y fortaleza para levantarnos de nuevo.

Igualmente la terapia puede ser un viaje no deseado, preferiríamos invertir nuestro tiempo y nuestro dinero en cualquier otra cosa. Hay que mirar al final del túnel, cuando ya no necesitemos más visitas al psicólogo porque somos capaces de enfrentarnos a nuestros miedos, cuando el dolor se ha convertido en recuerdo, cuando el placer nos hace disfrutar en su justa medida de las pequeñas y grandes cosas que nos trae la vida y en el que la rabia sea un compañero útil y no un líder al que hay que someterse.

Goethe lo explicaba bien: «No es fuerte quien nunca cae, sino quien cae y tiene la fuerza de levantarse de nuevo».

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